Pregón de Navidad 2000
EMILIO IPINZA GIL
“Con amor se hacen los villancicos”

Un año tan redondo como este año 2000 merecía un pregonero de altura, así que en la noche del 17 de diciembre, el Teatro Principal se vistió de gala para, un nuevo año más, recibir la Navidad anunciada por Emilio Ipinza, que no necesita presentación.
Nacido en Vitoria en 1933 ingresará en la Escolanía de Tiples del Conservatorio de Música Jesús Guridi de Vitoria, dando numerosos conciertos por diversas capitales españolas y extranjeras siendo destacado solista. Realizó sus estudios musicales en el citado Conservatorio con los profesores Muruzábal, Ochoa, Eseverri y el director de la Escolanía, Dimas Sotés. En 1961 funda la Agrupación Coral Manuel Iradier siendo su director.


LA NAVIDAD

Fiesta Cristiana, 25 de Diciembre, que conmemora el nacimiento de Jesús. Entre las costumbres navideñas se halla difundida la de la concentración de los belenes, instituida por San Francisco de Asís, hacia el año 1223, y la del árbol de Navidad de origen nórdico y relacionada con remotas tradiciones paganas.

Un Niño intemporal recién nace cada diciembre. Un Niño que, al decir del anónimo autor del siglo XII, “no quiso nacer con grandes señores”. De aquí a ocho días se tenderán nuevamente pañales en el romero y la Virgen se peinará entre cortina y cortina. El Niño de siempre junto al aliento calefactor de la mula y el buey.

Noche feliz esta Nochebuena que reúne a todos los ausentes en torno a la mesa hogareña, recordando y conociendo así las vicisitudes de los familiares, a quienes las necesidades de la vida obligaron al abandono de la casa paterna, mientras aguardan la hora de acudir al templo para asistir a la Misa del Gallo.

En las Navidades, todo el mundo echa la casa por la ventana. Bueno… no todo el mundo, porque hay mucha gente que no tiene ventana y bastantes que no tienen casa.

Se va perdiendo o se ha perdido la costumbre de pedir los Aguinaldos en estas fechas de Navidad, en las tiendas de ultramarinos donde se hacía la compra durante todo el año. Aquí en Álava los aldeanos, principalmente de la llanada, acudían las vísperas de Navidad a la capital, efectuándose animado mercado, tanto en esta fecha como en las anteriores, costumbre que, hoy en día, se celebra con gran solemnidad, de gallináceas y otros volátiles, manjar obligado en las fiestas navideñas, y al mismo tiempo que recogían los aguinaldos, adquirían el besugo y el turrón, imprescindibles para cenar en Nochebuena.

En el pueblo de Audícana, y supongo que en otros pueblos ocurriría lo mismo, los arrieros de La Rioja y Navarra, que surtían a los vecinos del rico mosto, les obsequiaban con una botella de anís o de ron escarchado. En mi tiempo de tiple de la capilla de la Catedral, también les pedíamos los aguinaldos a los Beneficiados y Canónigos, los teníamos catalogados tanto a los que se portaban bien como a los que hacían que no iba con ellos, al final muy bien, aún en la pugna que teníamos los tiples con los monaguillos.

Como en el villancico albertiano, muchos se preguntan: ¿Cómo vivir sin dinero?. ¿Cómo reconstruir un Belén en un cuarto de estar cuando no se puede estar en ningún cuarto?. Nos es más fácil todo a los que podemos, mal que bien, dedicarle un rincón casero al suceso más influyente de la historia del mundo y poner un Nacimiento con castillos de corcho, ríos de papel de plata y lagos que fueron espejos. El Belén de barro y de memoria que se establece debajo de una estrella de purpurina perseguida por su propio rastro. Allí están, entre musgo y verdín, los pastores oferentes, y el risco inverosímil de Oriente; los pródigos reyes de los bazares que traían brillos y olor a bálsamo. Los Reyes Magos, que no eran racistas Melchor y Gaspar, admitieron a Baltasar, y Baltasar admitió a Gaspar y Melchor, que no eran tan mágicos porque tuvieron que guiarse por una cola de planeta. Los Reyes Magos, que son siempre los mismos como es el mismo serrín de los Nacimientos, ya que todo procede de la madera que carpinteaba José.

Me conmueven más los Belenes pobres, (qué le voy a hacer), siempre me ha parecido más adecuado sitio para arrodillarme el piso de tierra de una iglesia de aldea, que el reclinatorio que hay en algunas catedrales para uso de los abonados de las primeras filas.

El tema profano de esta fecha memorable: empezando por el fuego del hogar, se halla muy extendida en el País Vasco la costumbre de quemar por Nochebuena en el hogar un tronco que recibe varios nombres. Mencionaré los de algunos pueblos alaveses: en Trespuentes llamaban Gabon a este tronco. Arrastrábalo hasta el hogar una yunta de bueyes. Tenía que durar todo el año; en Santa Lucía de Llodio dicen que ha de durar hasta la Nochevieja; en Salvatierra le llamaban Porrondoko. Es un tronco o cepo que se pone al fuego desde la noche de Navidad hasta la Nochevieja, en que se apaga, se retira del hogar y se guarda.

Probablemente una de las más vistosas y populares tradiciones, relacionadas con la conmemoración de la Natividad de Nuestro Señor, fiesta que ha sido declarada de “Interés Turístico Nacional” es la que tiene lugar en Labastida, digna de visitar esta villa.

Dentro de muy poco habrá un Niño chico conviviendo con el vaho y con el heno. Tendrá frío, mejor dicho, asumirá el frío del mundo. Por eso la poesía de siempre echa las campanas al vuelo -Campana sobre campana y sobre campana una- pero se sabe que la poesía es una ciencia inexacta y se sabe también, al oír las campanas, dónde suenan, por qué y por quién.

Lo que oyen los poetas a veces no es más que un temblor de plumas, un rumor de agua consciente, un soplo en un espejo o un crujido de escarcha soleada. Pero con esas cosas y con amor se hacen los villancicos.

 

Poesía de Antonio López Baeza:

Anunciación
Vino, no se supo cómo,
el ángel a la Doncella,
y su cintura delgada
se preñó de sol y estrellas.

Ave María, dijo el ángel
-temblaba la luz afuera,
y dentro sonaban ecos
de celestiales promesas-.

(¡Cómo cantaba la Gracia
enardeciendo la escena,
con voces nunca escuchadas,
con músicas no terrenas!)

Ave María…, y la Virgen
se sintió camino y puerta
por los que Dios penetraba
senderos de vieja pena.

-Heme aquí, tierra labrada
para esa tan alta siembra,
para ese tan dulce fruto
que en tus palabras alienta.

El ángel volviose al cielo
sin dejar rastro ni huella,
y con tan augusto peso
María quedó en tinieblas.

Quedó María en asombro
(la tarde caía lenta…)
mientras crecía en su sangre
la Humanidad hecha Nueva.

 

Poesía de Gerardo Diego:

Cuando venga, ¡ay!, yo no sé
con qué le envolveré yo,
con qué

¡Ay! dímelo tú, la luna,
cuando en tus brazos de hechizo
tomas al roble macizo
y lo acunas en tu cuna.
Dímelo, que no lo sé,

con qué le tocaré yo
con qué

¡Ay! dímelo tú, la brisa,
que con tus besos tan leves
la hoja más alta remueves,
peinas la pluma más lisa.
Dímelo y no lo diré,

con qué le besaré yo,
con qué

Y ahora que me acordaba,
Ángel del Señor, de Ti,
dímelo, pues recibí
tu mensaje: “He aquí la esclava”.
Sí, dímelo por tu fe,

con qué le abrazaré yo,
con qué

O dímelo tú, si no,
si es que lo sabes, José,
y yo te obedeceré,
que soy una niña yo,
con qué manos le tendré

que no se me rompa, no,
con qué

 

Oigamos el villancico por los Niños Cantores “CAMPANA SOBRE CAMPANA”:

Campana sobre campana,
y sobre campana una,
asómate a la ventana,
verás al Niño en la cuna.

Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
¿qué nueva me traéis?

Recogido tu rebaño
¿a dónde vas pastorcillo?
Voy a llevar al portal
requesón, manteca y vino.

Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
¿qué nuevas me traéis?

Campana sobre campana,
y sobre campana dos,
asómate a esa ventana,
porque está naciendo Dios.

Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
¿qué nueva me traéis?

Campana sobre campana,
y sobre campana tres,
en una Cruz a esta hora,
el Niño va a padecer.

Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
¿qué nueva me traéis?

 

LA VILLANESCA ESPIRITUAL

Las canciones y villanescas espirituales (1589) de Francisco Guerrero y el Parnaso español de madrigales y villancicos (1614), de Pedro Ruimonte, son dos extraordinarias muestras de lo que fue la adaptación de un género propiamente secular, como el villancico, a las necesidades religiosas, fruto del gran impulso espiritual y de los magnos acontecimientos eclesiásticos acaecidos en los inicios del siglo XVII.

Por tal motivo, el villancico pasó a formar parte de la liturgia en fechas señaladas -fiestas marianas, Navidades, Corpus Christi- atrayendo con ello mayor número de fieles. La estructura interna del villancico también sufrió cambios: se escribía en varias partes, (para dúos, tríos o coros) incluyendo arias y recitativos con acompañamiento instrumental.

Tal magnificencia se vio eclipsada por la severa prohibición promulgada en 1596 por Felipe II en relación al canto de villancicos durante los oficios. Aunque tal limitación no tuvo una gran incidencia sobre el desarrollo de esta forma, Felipe IV la revocó en el siglo XVII. Este siglo contempló nuevos cambios en la evolución formal del villancico: por un lado, se hallaba provisto de los recursos estilísticos característicos del Barroco (como los efectos de eco con las voces, los dobles coros y sus correspondientes diálogos, etc.). No obstante hay que ensalzar la bella factura de los múltiples villancicos legados por importantes compositores del “Siglo de las Luces”; desde Sebastián Durén, Francisco Valls o José de Neabra hasta Francesco Cursel (Courcelle) o José Lidón.

Es así como desde los inicios de nuestro siglo el villancico representa en el ámbito de la música popular una pieza musical destinada a la celebración exclusiva de las Navidades, como el Noel en Francia o el Carol en Gran Bretaña. Como forma musical es por completo ajena a la pretérita evolución que éste género vivió dentro de la música popular, si bien algunos de sus textos se recogen de los que antaño utilizaron algunos de los maestros ibéricos y latinoamericanos para construir con general sabor sus loas espirituales y profanas.

 

Poesía de César Rafael del Riego:

Si la nieve en el nevero
y el frío viento en la rama,
pon atención por si llama
a tu puerta posadero.

Que puede estar el lucero
quieto sobre tu posada.
Que puede venir cansada
la Virgen de hacer camino.

¡No traiciones tu destino
y alumbra la madrugada!.

 

Poesía de Lope de Sosa:

No vais de aquí, doncella,
pues hace la noche fría;
posada aquí os daría

Decidme, ¿dónde venís,
doncella linda y graciosa?
¿Para que tierra partís?
No parecéis sino rosa;
véoos toda hermosa.
Si sois vos Santa María,
posada aquí os daría

Yo sé que es profetizado
que ha de venir a encarnar
el Mesías esperado,
para habernos de salvar;
yo lo creo sin dudar,
que en vuestro vientre venía;
posada aquí os daría

La noche es muy temerosa
de agua, frío y viento;
del todo es muy espantosa,
sin ningún abrigamiento;
otra posada no siento
por aquí sino la mía
posada aquí os daría

Veo que venís preñada,
y en los días de parir;
yo os daré esta posada,
no os queráis de aquí partir;
yo vos prometo servir
con muy grande alegría;
posada aquí os daría

Al buey y a la borriquilla
daréles un poco de heno;
daréles la cebadilla
y algún pan de centeno;
todo lo tengo muy bueno,
beberán del agua fría;
posada aquí os daría

Las puertas están cerradas
de todo aqueste lugar,
y no hallaréis posadas
ni quien os quiera albergar;
aquí os podéis quedar
hasta que sea de día;
posada aquí os daría

 

Oigamos al Coro Iradierko Ostebi, el villancico de Francisco Guerrero “EL NIÑO DIOS, DE AMOR HERIDO”:

Niño Dios de amor herido
tan presto os enamoráis
que apenas habéis nacido
cuando de amores lloráis.

En esa mortal divisa,
nos mostráis bien el amar,
pues, siendo hijo de risa,
lo trocáis por el llorar.

La risa nos ha cabido,
el llorar vos lo aceptáis,
y apenas habéis nacido,
cuando de amores lloráis.

 

VILLANCICO

Término referido a una forma poético-musical cultivada a mediados del siglo XV en España y entroncada originalmente con otros géneros de la lírica musical del Medievo (edad media) como el zájel arábigo-andaluz, la danza provenzal, el Virelai francés o las laude y balláte italianas, por su estructura dividida en varias coplas unidas por su estribillo. Los villancicos se llamaron en el siglo XVI cantos populares de España de carácter tanto religioso como profano. Poco a poco el nombre se limitó a las canciones de Navidad, para las cuales aún se usa hoy, y no sólo en España, sino en todo el área del idioma español, ante todo en la América del Sur, donde incluso canciones navideñas indias llevan el nombre de villancico.

A partir del siglo XIX pasó a formar parte del repertorio de música popular destinado por entero a la celebración de las Navidades.

En su origen los villancicos eran una danza pagana cantada, habiendo sobrevivido algunos de ese tipo en las canciones de vendimia. Otra fuente de los villancicos son los “misterios” o representaciones teatrales medievales, que contienen cánticos basados en melodías populares.

Una tercera clase son los himnos escritos y compuestos para cantar en las ceremonias litúrgicas de Navidad.

Aunque el género del villancico es típicamente español, en otros países han cultivado formas similares -forma poética cultivada durante el siglo X en toda la Península Ibérica, un posible tronco común de raíces arábigo-andaluzas tal y como lo testifican algunas de las piezas recluidas en el siglo XII por Alfonso X El Sabio, en sus cantigas.

Sin embargo, hasta la década final del siglo XV no aparecía la primera pieza designada expresamente con este vocablo –“Andad, Pasiones, Andad”- escrita por Lagarto y contenida en el Cancionero de la Colombina (1490) compuesta por una simple pero expresiva línea melódica.

 

Poesía de Fray Ambrosio de Montesinos:

No la debemos dormir
la noche santa,
no la debemos dormir.

La Virgen a solas piensa
qué hará
cuando al Rey de luz inmensa
parirá,
si de su divina esencia
temblará,
o qué le podrá decir.

No la debemos dormir
la noche santa,
no la debemos dormir.

 

Poesía de Luis de Góngora:

Caído se le ha un clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡qué glorioso que está el heno
porque ha caído sobre él!

Cuando el silencio tenía
todas las cosas del suelo,
y coronada del hielo
reinaba la noche fría,
en medio la monarquía
de tiniebla tan cruel.

Caído se le ha un clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡qué glorioso que está el heno
porque ha caído sobre él!

De un solo clavel ceñida
la Virgen, aurora bella,
al mundo se le dio, y ella
quedó cual antes florida;
a la púrpura caída
sólo fue el heno fiel.

Caído se le ha un clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡qué glorioso que está el heno
porque ha caído sobre él!

El heno, pues, que fue digno,
a pesar de tantas nieves,
de ver en sus brazos leves
este rosicler divino,
para su lecho fue lino,
oro para su dosel.

Caído se le ha un clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡qué glorioso que está el heno
porque ha caído sobre él!

 

Poesía de Juan Álvarez Gato:

Venida es, venida,
al mundo la vida

Venida es al suelo
la gracia del cielo,
a darnos consuelo
y gloria cumplida.

Nacido ha en Belén
el que es nuestro Bien;
venido es en quien
por Él fue escogida.

En un portalejo
con pobre aparejo,
servido d’un viejo,
se guarda escogida.

La piedra preciosa
ni la fresca rosa,
no es tan hermosa
como la parida.

Venida es, venida,
al mundo la vida

 

Oigamos al Coro de Aulas el popular villancico “A LA MEDIA NOCHE”:

Al filo de media noche,
los ángeles van al portal,
sus arpas eran doradas,
sus voces fino cristal.

Resuena en la noche oscura,
el eco de su cantar,
la paz de Dios con los hombres
de buena voluntad.

La Virgen llora gozosa,
sonríe el casto José.
Al Niño estampan un beso,
y el Niño ríe también.

 

EL VILLANCICO EN SUDAMÉRICA

Acaso no haya melodía tan universalizada como la canción de Navidad. Con sus mil formas diversas, erudita, popular, litúrgica, alegre o nostálgica, bulliciosa o íntima, colectiva o individual, su mensaje de fraternidad y paz ha sido incorporado por todos los pueblos de la tierra. En el más remoto rincón del globo, junto a las nieves árticas o en el Ecuador, suena en la noche de Navidad, cerca del Nacimiento o de la engalanada rama de abeto, esa bella y suave canción que pone un poco de calma y de amor en el espíritu del hombre.

En Sudamérica se usan los instrumentos para villancicos, escoltados por guitarras, quenas, tambores, arpas, charangos, violines, maracas, marimbas, y tumbadoras, acunan al Niño de Belén en una sinfonía popular de irresistible encanto y colorido que repite con vario acento, pero con la misma voz la noticia “GLORIA A DIOS, PAZ A LOS HOMBRES” del Ángel a los pastores, como si la savia y el espíritu del viejo tronco hispano-católico se asomasen florecidos y unánimes a veinte ramas distintas.

Todos los matices y requiebros del homenaje están presentes en estas cadencias navideñas; el aguinaldo, la petición de la posada, la canción de cuna, la tonada pastoril, y el tema de los Magos, la nostalgia, la alegría, la paz sazonadas con la personalidad y la gracia de cada región.

Así el villancico de Salta (Argentina), nos acerca el palpitar de ganados de la pampa que dice:

Ya viene la vaca
por el callejón
trayendo la leche
para el Niño Dios

 

Dentro de los villancicos hermosos y alegres de toda la América del sur, hay uno de los indígenas que se titula “AGUINALDO INDÍGENA”; que lo interpretará el Coro Eguzkilore de Salvatierra y que dice así:

Corramos, corramos
la música suena
a cantar al Niño
en la Noche Buena.

Hace mucho frío
el Niño tirita
y no hay quien le dé
una cobijita.

Venid, venid pastores
venid a adorar
al Rey de los Cielos
que ha nacido ya.

 

Poesía de Juan López de Úbeda:

La noche de Navidad,
al tiempo que alboreaba,
gran fiesta hacen los cielos
y la tierra se alegraba
por el parto de una Virgen,
que María se llamaba.
Un ángel vino volando
y aquesta canción cantaba:
Gloria in excelsis Deoe
y en la tierra se sonaba:
paz a los hombres, decía,
que de voluntad es dada,
porque es nacido el Mesías
para redención humana.
Los pastores que lo oyeron
vinieron de su cabaña
a adorar al Rey divino,
que en un portalejo estaba.
Las rodillas por el suelo,
cada uno le adoraba,
dando gracias a la Madre
medianera de la gracia.

 

Poesía de Fray Íñigo de Mendoza:

Eres Niño y has amor:
¿Qué farás cuando mayor?

Pues que en tu natividad
te quema la caridad
en tu varonil edad
¿quién sufrirá su calor?
Eres Niño y has amor:
¿Qué farás cuando mayor?

Será tan vivo su fuego,
que con importuno ruego,
por salvar el mundo ciego,
te dará mortal dolor.
Eres Niño y has amor:
¿Qué farás cuando mayor?

Arderá tanto tu gana,
que por la natura humana
querrás pagar su mançana
con muerte de malhechor.
Eres Niño y has amor
¿Qué farás cuando mayor?

¡Oh amor digno de espanto!
pues que en este Niño santo
has de pregonarte tanto,
cantemos a su loor:
Eres Niño y has amor
¿Qué farás cuando mayor?

 

DEL EUSKERA EN LA PALABRA VILLANCICO A MÚSICA NUEVA

Aunque nosotros hemos empleado habitualmente la palabra “villancico” para designar las partituras navideñas, sus compositores emplean una gran variedad de vocablos, como Tono, Kalenda, Pastorela, Zorcico, Aria, Cantada, Dúo, etc. Concluido el siglo XVIII “villancico” se va reservando en exclusiva para la música de Navidad, perdiéndose la costumbre de componer villancicos al Santísimo, a la Virgen o a los Santos. A medida que avanzan las décadas del siglo XIX, la presencia de las lenguas vernáculas en la liturgia es mayor, tanto en los actos de la llamada liturgia oficial, como en otros que no lo eran. Pero compositores del país como Nicolás Ledesma, José Aranguren, Ambrosio Arriola, Remigio O. de Calahorra, Marcos de Alcorta, siguen escribiendo villancicos navideños en castellano.

Mediados el siglo XIX nacen coros vascos. Es el momento en que los compositores incorporan el euskera a las partituras orfeónicas. En este tiempo, compositores como Felipe Gorriti, José Urrestarazu y Bartolomé Ercilla escriben villancicos en euskera, que se interpretan comúnmente en los actos religiosos. Especial popularidad adquirió el villancico “Mesias Sarritan” del durangués Bartolomé Ercilla, editado en 1892 con doble texto, navideño y otro adaptado al Sagrado Corazón. Pero su título “Al Nacimiento del Hijo de Dios” y los subtítulos siguen apareciendo en castellano.

Será el siglo XX el que promocione definitivamente el uso del euskera en la música de Navidad. Así brillan los nombres de compositores como Resurrección Mª de Azkue, Padre Donostia, Jesús Guridi, Tomás Garbizu, Eduardo Mocoroa, José Mª Olaizola, Luis Urteaga, Luis de Aramburu, José Mª San Martín y un largo etc.

Más moderadamente han enriquecido con villancicos nuevos nuestro patrimonio musical compositores como Ángel Dadié, Javier Busto, Juan Cordero, Luis Elizalde, etc. Es verdad que aún hoy día se siguen entonando los villancicos más antiguos; creo que en este nuevo siglo y año 2001, todos los coros nos comprometemos a cantar más música de esta nueva savia de nuevos compositores.

 

Poesía de Luis Rosales:

Deja en su sueño al ganado
que nube cándida fue,
pastor que siente el pié
al son del gozo bailado;
si el cielo está deshojado
sobre el heno bienhechor,
¿Cómo no venís, pastor?

Si canta la nieve herida
donde el corazón sestea;
si todo un Dios se recrea
sobre la paja encendida;
si está en Belén detenida
la luz de la estrella errante,
¿cómo no venís, amante?

¿Cómo no venís, si llegan
las aguas a la garganta,
las aguas que el mar levanta
y en su cuna se sosiegan?
Si al verle los ojos ciegan
y sólo el cielo es testigo,
¿Cómo no venís, amigo?

 

Poesía de Violante Do Cedo:

En lo breve de un portal
vi, pastores, un zagal,
cuyos ojos soberanos,
teniendo forma de humanos,
parecen soles divinos.

Mirad si son peregrinos,
mirad si son amorosos,
pues con rayos luminosos
todo el alma me abrasaron,
y de suerte me miraron,
que perdí la vista en ellos.

Mas ¡ay! que en ojos tan bellos
ganada quedó mi vida,
ora por amor perdida,
ora por amor ganada;
pues el alma enamorada
vivir quiere en estos ojos,
de que son breves despojos
los cuidados más amantes,
los amores más constantes,
las finezas más notorias.

¡Ay, qué penas; ay, qué glorias
tan suaves, tan sentidas,
me causaron las heridas
que en el corazón me dieron!
Estos soles, que vinieron
a dar al mundo alegría,
ya vuelven la noche en día
con sus bellos resplandores.
Vengan todos los pastores
a ver el Sol entre pajas,
y tocando las sonajas,
alegres por varios modos,
bailen todos, canten todos.

 

No obstante, oigamos a la Coral Santa Lucía de Llodio cantar el villancico “ATOR, ATOR” de nuestro compositor Jesús Guridi:

Ator, ator mutil etxera
Gaztainak ximelak jatera
Gabon Gaba ospatutzeko
Aitaren ta amaren ondoan
Ikusiko dok aita barrezka
Amaren poza atseginez

Eragiok mutil aurreko danbolin hori
Gaztainak erre artian
Gaztainak erre artian
Txipli, txapla pun!
Gabon Gaba pozik igaro daigun

 

En Belén, un Niño va a nacer en esta ciudad de hospitalidades, de esfuerzos, de conflictos. Un mundo en el que persiste el odio y el fuego, amenazado de nuevas guerras, cuyos huéspedes –consumidores o consumidos- son autómatas, enajenados en el medio del confort o de su búsqueda. Un mundo que apenas permite trascender la naturaleza mediante la creación y conquistar cada uno su propio humanismo. Un pequeño planeta, dicen que azul, en el que dos tercios de sus habitantes pasan hambre. No apetito. Hambre.

Al Niño llevan todos pan y amor. Hambre Santa, los pobres siempre dan de aquello que les falta. Lo sabe el Niño, que trae la lección de pobreza y esperanza. Pero ahí lo tienen: durmiendo como Dios. Soñando con los cuatro ángeles que tendrá la cuna que le va a hacer su padre, que es carpintero.

La mayor parte de los villancicos describen o celebran el Nacimiento del Niño Dios, la aparición de los Ángeles a los pastores, el viaje de los Magos a Oriente y la Adoración en el portal de Belén. Otro grupo lo forman las canciones de cuna al Niño Jesús. En los últimos años ha renacido en todas partes la afición a los villancicos, descubriéndose y publicándose muchas antiguas colecciones y traduciéndose los de otros países.

En España se organizan anualmente concursos de villancicos en escuelas, colegios y asociaciones culturales; entre unos de los concursos más famosos se celebran en Pamplona, Vigo, Benavente, etc.

También las emisoras de radio y televisión, contribuyen a la difusión de estas deliciosas canciones y algunos compositores modernos han puesto en música deliciosos villancicos de poetas antiguos y contemporáneos.

 

Poesía de César Rafael del Riego:

Adelantándose al día,
tras de la estrella fugaz
de luz, de bien y de paz
anda la sabiduría.
Qué bien el saber sabía
dócil, dejarse llevar.
¡Cuánto hay que saber y amar
para humildad tan ferviente!
Van los tres reyes de Oriente:
Melchor, Gaspar, Baltasar.

 

Poesía de Gloria Fuertes:

El Camello
El camello se pinchó
con un cardo del camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.
Baltasar
fue a repostar,
más allá
del quinto pino…
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su “Longinos”.
-¡No llegamos
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!
-son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido-.

El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar
Melchor le dijo al oído
-Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén
al camello le dio el hipo
¡Ay qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!

Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba
-ya cantaban pajarillos-
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
-No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero el camello, le quiero.
Le quiero -repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos.

Mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño.

 

Para finalizar, oigamos a la Coral Manuel Iradier el villancico “ARRE, ARRE A BELEN” (más conocido como “La marimorena”) del Padre José Domingo:

Un pastor comiendo sopas
en el cielo divisó
un ángel que le decía
ha nacido el Redentor.
Y hoy en cendales los Reyes
van a adorar al Dios Niño
una estrella les guiaba
para que lleven camino.

Arre, arre, arre, la marimorena
arre, arre, arre, que es la Nochebuena.

En el portal de Belén
hay estrellas, sol y luna
la Virgen y San José
y el Niño que está en la cuna.
Y si quieres comprar pan
del blancor de la azucena
en el portal de Belén
la Virgen es panadera.

Arre, arre, arre, la marimorena
arre, arre, arre, que es la Nochebuena.

Un pastor iba danzando
y bailaba de contento
mientras que los angelillos
tocaban los instrumentos.
Pastores, venid, venid,
veréis lo que no habéis visto
en el portal de Belén
el nacimiento de Cristo.

Arre, arre, arre, la marimorena
arre, arre, arre, que es la Nochebuena.

Emilio Ipinza Gil
Navidades 2000